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![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFWU7LfzksN7TXCnuuchqcz5gVKofOLZgNZwhEj9OPJTYS5Yw7oGZaQhPWcpYUJKMBmidMmrr630VFPka76gX4-ZWG24ACEjtEp8-IkzPPHz7jIpdEfTe98QGI409CvU4rTuTSkDzeUQ/s320/4401347942_d4f6fd6e69_o.jpg)
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¡Es usted drogadicto?
-No...
- No en serio, no pasa nada, no estoy en contra de las drogas.
-Pues yo sí y me jode mucho que crea que las tomo.
-Lo siento.
- Bueno tranqui, no pasa nada...¿tiene un cigarro?
Solía refugiarse en sus temores. Le provocaban una suerte de placer más allá de la felicidad. Y podría resultar incomprensible. Que le gustase el dolor. Que su masoquismo fuese bastante más allá de lo físico. Que no pudiese vivir sin esa punzada en el corazón. Sin esa contención constante. El sufrimiento y el dolor eran a ella lo que el goce y el disfrute a aquellos tontos aburridos.