Repetir los mismos patrones hasta la saciedad, teniendo la sensación de haber vivido todo ya con anterioridad. Pero sin sonreír. Obviando el factor sorpresa.
Sin querer abandonarse a lo más fácil, sin pretenderlo acabar por no decir nada cuando te rondan un millón de propuestas bonitas, para qué...si nadie te va a contestar.
Vivir como un vegetal sin darte cuenta, sin tan siquiera pararte a pensar que estas viviendo o, mejor dicho, haciendo ver que vives.