Nada era tan ficticio como aquello que acontecía entre ellos. Se tocaban sin mirarse. Se miraban sin pensar. Pensaban en otras cosas y jamás pronunciaban sus pensamientos.
Carecían de interés mutuo. En el fondo se querían. Vivían de espaldas a ellos mismos y en cuanto se encerraban en su habitación cambiaban de identidad. Actuaban. Fingían. Pero nada era tan verdadero como aquello que acontecía entre ellos. Olvidaban de donde venían, a quién querían. Olvidaban quienes eran y todo lo superficial se borraba, despacio y sin darse cuenta se olvidaban también de fingir.
Carecían de interés mutuo. En el fondo se querían. Vivían de espaldas a ellos mismos y en cuanto se encerraban en su habitación cambiaban de identidad. Actuaban. Fingían. Pero nada era tan verdadero como aquello que acontecía entre ellos. Olvidaban de donde venían, a quién querían. Olvidaban quienes eran y todo lo superficial se borraba, despacio y sin darse cuenta se olvidaban también de fingir.
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