viernes, 8 de mayo de 2009

surrealism


El agua brota graciosa por las piedras mientras toman el sol despreocupadas.
El paisaje se aleja de mi vista y andado voy poco a poco perdiendo mi identidad, empezando por los apellidos y acabando por las huellas dactilares; la vida junto al reloj se vuelve a realentizar y el sol quema mis espaldas doloridas. El pelo se va aclarando y mi consciencia también, la melanina se reproduce mientras una mota de polvo hace que brote una lágrima a la cuál le acompañan otras y a las otras unas cuántas más.
Mi rostro se desfigura y deshecho por el calor forma un charco en el suelo, un charco desesperado que no sabe si quiere volver a retomar la forma original.
Y mi cuerpo sin rostro empieza a volar sin saber cual es su meta, sin la certeza de que el vuelo que ha tomado le lleve a ninguna parte... y me doy cuenta de que mis orejas también se encuentran en el charco desesperado y si me llaman no lo escucho y tengo miedo de que me estén llamando y no lo esté escuchando.

Empiezo a pensar que la meta desconocida se está cercando, lo siento, y cuánto más lo siento más desciendo, primero lento, luego rápido, cada vez más rápido y caigo en un colchón y, despierta en mi habitación me doy cuenta que mi misteriosa meta no era otra que un cuadro de Dalí.
Jessia A.

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