jueves, 29 de abril de 2010

Notre jeunesse fout le camp

Todo lo que se puede sentir ya ha sido sentido por alguien con anterioridad. Todos los sueños ya han sido soñados. Toda la vida ya ha sido vivida. Nada de lo que hagas, pienses o digas va a ser original. Todo vivido, todo ya soñado. Cada instante. Cada palabra ya pronunciada. No eres nuevo, nunca lo serás. Cada universo, cada centímetro, cada ocasión... todo ya ha sido vivido, soñado y pensado, dicho, cantado, pintado, filmado.

jueves, 22 de abril de 2010

El camino en el olvido

Venía de caminar lentamente, había hecho de ese proceso una obligación mental. Caminar era un acto reflejo que le hacía olvidar, cada paso un peso menos. Cada movimiento de pie un error olvidado. Y vivía sin pensar en todas las penurias que había pasado. Todas aquellas tardes de cemento que había tirado por la borda, todas sus anodinas mañanas sin sentir.

viernes, 16 de abril de 2010

Aviones ficticios

Tenía montañas de obligaciones. Le había dejado de interesar todo lo mundano, vivía recluida en su mente y como un autómata se dedicaba a contestar si o no sin fijarse en las preguntas. Pero le salía bien, lo disimulaba a la perfección. Hacía creer o creían por si solos, los demás, esos que la rodeaban, que vivía en el mundo tangible, en el que todos tocan. Todo tan alejado de la realidad, todo tan absurdo. Ya vivía en París. Ya era feliz. Paseaba sonriente junto a aquel sombrero y el sol inundaba la escena. Películas, escenas, fotografías futuras jamás proyectadas y todo tan dubitativo.
Dejaría que creyesen, que viesen
imágenes que ella nunca trató de retratar. Nunca le importaron estos cortos años que pasaría aquí. Era mucho más que eso.

viernes, 9 de abril de 2010

El amor nos destrozará, otra vez.

Nada era tan ficticio como aquello que acontecía entre ellos. Se tocaban sin mirarse. Se miraban sin pensar. Pensaban en otras cosas y jamás pronunciaban sus pensamientos.
Carecían de interés mutuo. En el fondo se querían. Vivían de espaldas a ellos mismos y en cuanto se encerraban en su habitación cambiaban de identidad. Actuaban. Fingían. Pero nada era tan verdadero como aquello que acontecía entre ellos. Olvidaban de donde
venían, a quién querían. Olvidaban quienes eran y todo lo superficial se borraba, despacio y sin darse cuenta se olvidaban también de fingir.