viernes, 9 de abril de 2010

El amor nos destrozará, otra vez.

Nada era tan ficticio como aquello que acontecía entre ellos. Se tocaban sin mirarse. Se miraban sin pensar. Pensaban en otras cosas y jamás pronunciaban sus pensamientos.
Carecían de interés mutuo. En el fondo se querían. Vivían de espaldas a ellos mismos y en cuanto se encerraban en su habitación cambiaban de identidad. Actuaban. Fingían. Pero nada era tan verdadero como aquello que acontecía entre ellos. Olvidaban de donde
venían, a quién querían. Olvidaban quienes eran y todo lo superficial se borraba, despacio y sin darse cuenta se olvidaban también de fingir.

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