viernes, 29 de octubre de 2010

Mundos interiores

Todos teníamos un rol... yo, por ejemplo, era un león muy sabio. Una de mis amigas era una ninfa y veía todo hermoso, todo, tenía incluso un árbol para ella sola, el árbol más bonito que jamás nadie pueda imaginar, con hierba alrededor.
Por otra parte, su novio, era un chico que sopesaba los pros y los contras d
e todo, dudaba, dudaba mucho pero al final siempre hacía lo que el león sabio quería y eso era lo más gracioso ,porque yo sentía que tenía poder sobre ellos, un poder absolutamente benévolo, sin malas intenciones... igual que el mundo que habíamos creado.
Mi otra amiga, que se convirtió en nuestra hija -o algo así- podía pasar horas y horas mirando pequeños detalles, pequeños niños que casi tocaban nubes.
Era todo tan precioso, cada detalle, cada color, cada nariz grande de cada ogro bueno que pasaba a nuestro alrededor, que durante las horas que allí pasamos decidimos que lo mejor sería quedarse ahí para siempre, pero como en todas las aventuras teníamos que volver a nuestra vida real, t
eníamos que entender lo acontecido durante aquellas cuatro o seis horas, teníamos que entender todas aquellas pruebas y necesitábamos volver a comer piruletas.

Nuestro cuento fue solo nuestro y aunque ahora escriba sobre ello, so
lo nosotros sabremos quién es de nuestro mundo y quién no.

2 comentarios: