lunes, 22 de junio de 2009

Miedo al vacío


El sillón era rojo, afelpado, con las patas doradas desconchadas. Presidía el salón. Se veía pequeño e insignificante entre tanto decorado barroco. No había ni un espacio libre, las paredes repletas de cuadros y los cuadros repletos de personajes y paisajes alegres. Una vida disipada. Y el sillón presidiendo el salón y observando los cuadros con aire intelectual.

Yo quería vivir ahí. Cada rincón de aquel espacio recargado olía a decadencia. Aquel espacio era yo. Me habían dicho que de noche los fantasmas invadían aquel espacio y que no eran muy amables. Lo serían. Me aceptarían. Yo era la única pieza que faltaba en aquel salón. Yo viviría ahí por los siglos de los siglos. El Horror vacui me poseería.

1 comentario:

  1. La verdad es que en cualquier espacio caracterizado por el barroquismo, y, consecuentemente, por el horror vacui, tu presencia es imprescindible.

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