lunes, 18 de abril de 2011

Primaveras sin dolor

Volaban alto aquel día. Más de lo habitual. Empezaron pronto y continuaron su viaje durante días y semanas. Sin parar. Volando y volando y sonriéndole al destino. Quisieron robarle tiempo a la vida. Lo hicieron. Fingieron sentir una eterna primavera y de vez en cuando alguna que otra lágrima les caía por sus mejillas. En compañía. Volvían a su niñez siempre que lo deseaban. Farolillos encendidos y faldas con volantes. El verano sucedía una vez al mes. Cantaban canciones felices que les recordaban porque habían decidido volar. Una eterna juventud atrapada en una fotografía y miles de acordes acompañándolos en un sinfín de ceremonias. Flores. Entre tanto manos cogidas y sonrisas. Sonrisas difuminadas en algo que nunca llegaría a suceder. Aquello que pudo ser y nunca fué.

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